Por Joan Francesc Peris, Portavoz de Los Verdes
Reflexionando sobre el caso de Tavernes de la Valldigna y otras poblaciones, que han visto como, después de celebrar un referéndum municipal que ha prohibido la celebración de festejos taurinos en la localidad, nuevamente, se autorizan este tipo de espectáculos por iniciativa privada, se llega fácilmente a la conclusión de que de nada sirve la democracia participativa como vía ejecutiva de deseos u opiniones mayoritarias de una población ante un Estado de derecho, donde prevalece la ley y sus reglamentaciones.
En el caso de los espectáculos taurinos, no solo las corridas de toros, sino y sobre todo en los llamados “bous al carrer” (toros ensogados, embolados, vaquillas…) ha sido un recurso fácil y repetido por muchos políticos locales, por una estrategia calculada de no perder votos, ni de aquí ni de allá, derivar la respuesta a la celebración de un referéndum local sobre el tema. Así, no se suele decir nada y se deja que sea la población la que se manifieste. Lo dramático viene después cuando, habiendo ganado el no a los festejos taurinos, se impone la realidad de que los protaurinos pueden exigir al Ayuntamiento la autorización de dichos festejos por iniciativa privada, teniendo, como tienen, las leyes y los reglamentos a su favor. No está mal que, al menos, el referéndum sirva para que el dinero público no se destine a hacer del maltrato animal fiesta, aunque la sensación que le queda al conjunto de la población es de decepción y, en parte, de tomadura de pelo. Pero no hay funcionario público que haga un informe contrario a una actividad reglada si el promotor cumple los requisitos que marca la legislación. Denegar una actividad legal -por poco que nos guste- es prevaricación y puede tener graves consecuencias que, muy pocos o nadie, afrontan por pura opinión personal.
Es por eso que lo que se debe hacer -y sería una buena muestra de que la actual mayoría progresista de les Corts Valencianes está por la nueva política y cercana a lo que se discute en la calle- es llevar el debate sobre la prohibición de festejos que supongan maltrato animal a les Corts y que de las mismas salga una nueva legislación valenciana que prohíba las corridas de toros en todo el territorio valenciano y todo tipo de festejos con animales que supongan su maltrato, psíquico o físico. De esta forma, ya no sería necesario un referéndum local que, al final, nos lleva a una mayor decepción y sentimiento de impotencia.